Paco Ferrandis, nos envía este emotivo escrito dedicado a la memoria de su prima Maruja la Cota, que nos dejo en febrero del pasado 2015. Coincidimos totalmente con sus palabras, la quisimos tod@s mucho y siempre la recordaremos con cariño.
MARUJA
“LA COTA”
Su nombre era María López
Ferrandis, pero todos la conocían como: Maruja La Cota… Así sin más, tal
como suena.
Dejarme
que antes de comenzar a hablar de esta excelente persona que era mi prima
Maruja, os haga un pequeño comentario a modo de introducción o prólogo.
Para mí, hoy en día vivir en un
pueblo, por muy grande que sea (…y este ya es el caso de Paterna), tiene muchas
más ventajas que inconvenientes, si lo comparamos con el hecho de vivir en las
capitales y en las grandes ciudades (…seguro que si viviese o hubiese nacido en
uno de estos sitios, a lo mejor no pensaría lo mismo, pero no es el caso). Una
de estas ventajas sin duda es, que a los vecinos, a los amigos e incluso a parte
de la familia, se les suele ver diariamente, o al menos con mucha frecuencia,
por las calles de la población. Bueno, por las calles, por las plazas, por los
establecimientos, por las entidades bancarias, por las cafeterías o por las llamadas
“rutas del colesterol”, tan de moda
en estos tiempos. Quiero decir que nunca
te sientes “solo”, que estás siempre arropado por caras conocidas y nunca te da
la sensación de vivir en el anonimato. Una prueba de ello es, que si pretendes
andar ligero por el centro del pueblo, haciendo un poco de ejercicio, estás
perdido: a dos por tres te estás parando y saludando a unos y a otros, y de esa
manera no te cunde la cosa.
Otra de las grandes ventajas es,
que si a esta sana convivencia, le añades que cuando se te antoja, puedes coger
el metro o el autobús y en apenas unos minutos “plantarte” en el corazón del Cap i Casal, es decir, en el centro histórico
de Valencia, bien visitando museos, o exposiciones, o simplemente perdiéndote
entre callejuelas del casco viejo, que siempre te suelen llevar a ese gran
escaparate gastronómico que es el Mercat
Central, pues eso, como digo, miel sobre hojuelas.
Bien. He hecho referencia a esto de
los paseos por las calles del pueblo, porqué si allí te encontrabas con una
vecina capaz de alegrarte la mañana, la tarde o el día completo, ésta era mi
prima Maruja “La Cota”. Maruja que
por supuesto, como todo hijo de vecino, tenía sus cosas buenas y otras menos
buenas, en este caso, es decir, en el trato diario con la gente, era el no va
más, o sea un caso aparte. Ella tenía palabras de afecto y de simpatía para
todo el mundo, siempre te contaba alguna anécdota que desconocías y aunque era
muy “suya” en sus cosas y en sus creencias, jamás le he visto hacer
distinciones con nadie, por muy opuestas que fueran sus convicciones o sus
ideas…Fill, tots som fills de Déu i tenim
que voler-se uns als altres. Ésta era una de sus frases más usadas y la
verdad es que todos los que la conocíais sabéis de lo que hablo.
Maruja era una persona que se había
pasado casi toda su vida despachando detrás de un mostrador, ella era una
verdadera botiguera de tradición y de
vocación, como antes lo había sido su
madre María La Cota (hermana de mi
padre) y mucho antes su abuela la Tía
Cota la del Mercat (mi abuela). Toda una saga de buenas vendedoras de
mercado, que lograron mantener a flote un establecimiento de salazones, con una
tradición cercana a los cien años, lo cual entonces no era fácil, ni por
supuesto lo es ahora. En esto como en todo, primero hay que tener madera, después
mucha empatía, por supuesto hay que tener suerte y sobre todo, como dicen ahora:
Ser muy buena gente.
La verdad es que hablar de mi
abuela y de mi tía es retroceder mucho en el tiempo y ya va quedando poca gente
que se acuerde de estos dos personajes, pero en el caso de mi prima que está
muy reciente, puedo decir, que además de ser una mujer muy conocida y querida en
el pueblo, como sabemos todos los que ya tenemos algunos años en las espaldas, también
era una persona muy conocida y respetada entre los más jóvenes. Recuerdo que en
les Festes, en las Noches Mora y Cristiana, todas las comparsas se solían parar en la puerta de su
casa, en la calle Mayor, saludando con la “reverencia” acostumbrada de cada una
de ellas y mi prima correspondía siempre con vítores y con efusivos aplausos, e
incluso sustituyendo por unos instantes al “capitán” de turno y dirigiendo ella
misma la comparsa, mientras el bonachón de su marido Pepe El Colóm (…el Charlton Heston como ella le llamaba), la miraba
moviendo la cabeza y con el ceño fruncido, pero lleno de satisfacción y de cariño…
Xé tú, són una passada de parella i de
dona, me solían comentar los amigos que me acompañaban, que por cierto aunque
acudían de año en año, para ella era como si les conociera de toda la vida.
-
Si Maruja açò era veritat. T'ho vaig dir en vida en diverses ocasions i t'ho
repetisc per si em sents des d'algun lloc: Sempre t'he envejat eixa
desimboltura i eixa soltesa que tenies davant de qui fora…En eixe aspecte te
semblaves a ta mare i a la abuela Cota. La veritat es que les nétes, tant tu,
com Amparin i Vicentica vau heretar això d’ella. Els néts (Miguel i sobretot jo) ens vam quedar curts a mig camí…
En nuestra familia, Maruja era una
persona de esas que siempre están ahí. Siempre en su sitio. Era, si no la que
más, si una de las que más nos aglutinaba. Pendiente de todas las novedades y avatares
de los parientes por muy lejanos que estuvieran: S’ha mort la tía tal de l’Eliana, o el tío tal de València… Paquito, tu
saps que tenim uns parents en Argel? O también: Sabies que eixa/eixe son
parents nostres… eren cosins de l’abuelo o l’abuela…
En fin, toda una memoria privilegiada
con pelos y señales y un archivo familiar, del que yo me sorprendía y por
supuesto me servía muchas veces de él. También es verdad que tuvo la suerte de
tener con ella a su madre durante muchísimos años, que le traspasó todo este
“archivo” familiar al que me refiero y yo diría que un poco de todo el pueblo.
Maruja: No quiero caer en la
nostalgia, ni que esto se asemeje a un Obituario al uso. He querido hacerte
esta especie de recordatorio, por qué cada vez que paseo con amigos por la
calle Mayor, siempre sales a la conversación y además tengo que decir que se te
recuerda con mucho cariño por parte, por supuesto mía, pero también de mis
acompañantes de turno. Decirte que has dejado un vacío entre los míos, tanto en
mi esposa como en mis hijas (…mis nietos por la edad no han tenido tiempo de
conocerte). Te agradezco que siempre tuvieras tu casa abierta a mi disposición
y a la de los que me acompañaban, bien para ver desfilar a Los Moros y
Cristianos, o el Pasacalle de Cohetes y lo que era más comprometido por la
aglomeración que solía haber, la mismísima Cordá:
Paco tu sempre vindràs a la casa de
l’abuela,… aquesta també es la teua casa…
Y finalmente también recordaré siempre
tus palabras cada vez que veías a mis nietos:
Ai
fill com s’ha millorat la raça!... Qué guapos i que ben fets están¡… Estos
xiquets s’han fet amb la llum encesa…
Bé
Maruja, no ho faré més llarg perquè si no plorarem. Espere que estigues on
estigues, t’acompanye també el Colom, què és el que tu volies. T’ho mereixes.
Un
bes i un abraç del teu cosi
Paco
Ferrandis
Paterna
Maig 2015