lunes, 23 de mayo de 2016

MARUJA "LA COTA".

Paco Ferrandis, nos envía este emotivo escrito dedicado a la memoria de su prima Maruja la Cota, que nos dejo en febrero del pasado 2015. Coincidimos totalmente con sus palabras, la quisimos tod@s mucho y siempre la recordaremos con cariño.









MARUJA “LA COTA”


           
Su nombre era María López Ferrandis, pero todos la conocían como: Maruja La CotaAsí sin más, tal como suena.  
            Dejarme que antes de comenzar a hablar de esta excelente persona que era mi prima Maruja, os haga un pequeño comentario a modo de introducción o prólogo.
Para mí, hoy en día vivir en un pueblo, por muy grande que sea (…y este ya es el caso de Paterna), tiene muchas más ventajas que inconvenientes, si lo comparamos con el hecho de vivir en las capitales y en las grandes ciudades (…seguro que si viviese o hubiese nacido en uno de estos sitios, a lo mejor no pensaría lo mismo, pero no es el caso). Una de estas ventajas sin duda es, que a los vecinos, a los amigos e incluso a parte de la familia, se les suele ver diariamente, o al menos con mucha frecuencia, por las calles de la población. Bueno, por las calles, por las plazas, por los establecimientos, por las entidades bancarias, por las cafeterías o por las llamadas “rutas del colesterol”, tan de moda en estos tiempos. Quiero decir que nunca te sientes “solo”, que estás siempre arropado por caras conocidas y nunca te da la sensación de vivir en el anonimato. Una prueba de ello es, que si pretendes andar ligero por el centro del pueblo, haciendo un poco de ejercicio, estás perdido: a dos por tres te estás parando y saludando a unos y a otros, y de esa manera no te cunde la cosa.
Otra de las grandes ventajas es, que si a esta sana convivencia, le añades que cuando se te antoja, puedes coger el metro o el autobús y en apenas unos minutos “plantarte” en el corazón del Cap i Casal, es decir, en el centro histórico de Valencia, bien visitando museos, o exposiciones, o simplemente perdiéndote entre callejuelas del casco viejo, que siempre te suelen llevar a ese gran escaparate gastronómico que es el Mercat Central, pues eso, como digo, miel sobre hojuelas.
Bien. He hecho referencia a esto de los paseos por las calles del pueblo, porqué si allí te encontrabas con una vecina capaz de alegrarte la mañana, la tarde o el día completo, ésta era mi prima Maruja “La Cota”. Maruja que por supuesto, como todo hijo de vecino, tenía sus cosas buenas y otras menos buenas, en este caso, es decir, en el trato diario con la gente, era el no va más, o sea un caso aparte. Ella tenía palabras de afecto y de simpatía para todo el mundo, siempre te contaba alguna anécdota que desconocías y aunque era muy “suya” en sus cosas y en sus creencias, jamás le he visto hacer distinciones con nadie, por muy opuestas que fueran sus convicciones o sus ideas…Fill, tots som fills de Déu i tenim que voler-se uns als altres. Ésta era una de sus frases más usadas y la verdad es que todos los que la conocíais sabéis de lo que hablo.


Maruja era una persona que se había pasado casi toda su vida despachando detrás de un mostrador, ella era una verdadera botiguera de tradición y de vocación, como antes lo había sido su madre María La Cota (hermana de mi padre) y mucho antes su abuela la Tía Cota la del Mercat (mi abuela). Toda una saga de buenas vendedoras de mercado, que lograron mantener a flote un establecimiento de salazones, con una tradición cercana a los cien años, lo cual entonces no era fácil, ni por supuesto lo es ahora. En esto como en todo, primero hay que tener madera, después mucha empatía, por supuesto hay que tener suerte y sobre todo, como dicen ahora: Ser muy buena gente.
La verdad es que hablar de mi abuela y de mi tía es retroceder mucho en el tiempo y ya va quedando poca gente que se acuerde de estos dos personajes, pero en el caso de mi prima que está muy reciente, puedo decir, que además de ser una mujer muy conocida y querida en el pueblo, como sabemos todos los que ya tenemos algunos años en las espaldas, también era una persona muy conocida y respetada entre los más jóvenes. Recuerdo que en les Festes, en las Noches Mora y Cristiana, todas las comparsas se solían parar en la puerta de su casa, en la calle Mayor, saludando con la “reverencia” acostumbrada de cada una de ellas y mi prima correspondía siempre con vítores y con efusivos aplausos, e incluso sustituyendo por unos instantes al “capitán” de turno y dirigiendo ella misma la comparsa, mientras el bonachón de su marido Pepe El Colóm (…el Charlton Heston como ella le llamaba), la miraba moviendo la cabeza y con el ceño fruncido, pero lleno de satisfacción y de cariño… Xé tú, són una passada de parella i de dona, me solían comentar los amigos que me acompañaban, que por cierto aunque acudían de año en año, para ella era como si les conociera de toda la vida.
- Si Maruja açò era veritat. T'ho vaig dir en vida en diverses ocasions i t'ho repetisc per si em sents des d'algun lloc: Sempre t'he envejat eixa desimboltura i eixa soltesa que tenies davant de qui fora…En eixe aspecte te semblaves a ta mare i a la abuela Cota. La veritat es que les nétes, tant tu, com Amparin i Vicentica vau heretar això d’ella. Els néts (Miguel i sobretot  jo) ens vam quedar curts a mig camí…




En nuestra familia, Maruja era una persona de esas que siempre están ahí. Siempre en su sitio. Era, si no la que más, si una de las que más nos aglutinaba. Pendiente de todas las novedades y avatares de los parientes por muy lejanos que estuvieran: S’ha mort la tía tal de l’Eliana, o el tío tal de València… Paquito, tu saps que tenim uns parents en Argel? O también: Sabies que eixa/eixe son parents nostres… eren cosins de l’abuelo o l’abuela…
En fin, toda una memoria privilegiada con pelos y señales y un archivo familiar, del que yo me sorprendía y por supuesto me servía muchas veces de él. También es verdad que tuvo la suerte de tener con ella a su madre durante muchísimos años, que le traspasó todo este “archivo” familiar al que me refiero y yo diría que un poco de todo el pueblo.





Maruja: No quiero caer en la nostalgia, ni que esto se asemeje a un Obituario al uso. He querido hacerte esta especie de recordatorio, por qué cada vez que paseo con amigos por la calle Mayor, siempre sales a la conversación y además tengo que decir que se te recuerda con mucho cariño por parte, por supuesto mía, pero también de mis acompañantes de turno. Decirte que has dejado un vacío entre los míos, tanto en mi esposa como en mis hijas (…mis nietos por la edad no han tenido tiempo de conocerte). Te agradezco que siempre tuvieras tu casa abierta a mi disposición y a la de los que me acompañaban, bien para ver desfilar a Los Moros y Cristianos, o el Pasacalle de Cohetes y lo que era más comprometido por la aglomeración que solía haber, la mismísima Cordá: Paco tu sempre vindràs a la casa de l’abuela,… aquesta  també es la teua casa…






Y finalmente también recordaré siempre tus palabras cada vez que veías a mis nietos:
Ai fill com s’ha millorat la raça!... Qué guapos i que ben fets están¡… Estos xiquets s’han fet amb la llum encesa…
Bé Maruja, no ho faré més llarg perquè si no plorarem. Espere que estigues on estigues, t’acompanye també el Colom, què és el que tu volies. T’ho mereixes.
Un bes i un abraç del teu cosi


Paco Ferrandis
Paterna Maig 2015