martes, 26 de mayo de 2015

NOSTALGIA, per Amparo Cabeza

                

                    NOSTALGIA

                                                per Amparo Cabeza, Caracas 1972.



Amparo Cabeza Segovia, hija del maestro músico D. Antonio Cabeza, desde Caracas envió este sentido escrito, para el libro
de fiestas de 1972.

Dedicado a tod@s los paterner@s que os encontráis viviendo lejos de vuestro pueblo y que tantos días añoráis los rincones de Paterna,
  pensad que pronto estreis con vuestra familia y amigos, para disfrutar.

Para Jose Luis, Cristina y Ainoa, de Paterna a Miami a ritmo de corazón.



podemos ver, empezando por la izquierda (según se mira la foto) una señora de negro, en segundo lugar de blanco, Dña. Josefa Lerma Fambuena "Meneta" (mi suegra) y en tercer lugar, ni más ni menos que Dña. Amparo Cabeza "Amparín Cabeza", paternera y hermana de nuestro Ilustre Profesor de Música D. Antonio Cabeza. A la izquierda del todo (mirando la foto) D. Juan Bosch (mi suegro). fotografia cedida por Juan Miguel Escrich Pinazo.



 NOSTALGIA

Una colina de cara al mediodía, una huerta fértil y un rio; en lo más alto de la colina una Torre; a su alrededor, unas cuevas, las casas, los edificios. Es la última semana del mes de agosto. Quien esos días se acerque allí, podrá contemplar un hermoso pueblo, una linda Villa y unas bonitas fiestas que a pesar de los cambios que en si traen los tiempos modernos, aún conservan lo verdadero y lo tradicional.
Contemplar todo esto desde fuera ya es hermoso, ya invita a quedarse, a no querer que el tiempo corra, cuanto más vivirlo y estar en Paterna en estos días, durante esa semana, en sus fiestas. Ya lo dije: ¡Estar en Paterna! ¿Quién no sueña con estar en Paterna? Yo creo que todos sus hijos; los que allí nacieron y los que allí crecimos, los presentes y los ausentes, los que están cerca y los que estamos lejos, muy lejos, como yo a casi 7.000 km. En lo que a distancia material se dice, pero no en espíritu ni en mente.
Soñar con estar en Paterna siempre, más aún, en los días de sus fiestas. Es hermoso sentir el calor sofocante del sol; el calor y el olor de la pólvora, el estruendo maravilloso de la "cordá”, el colorido y la alegría del pasacalle de "coets”, la “dispara” del domingo y la del lunes día del Cristo, y todos los fuegos que se queman en esos días. Las misas mayores, los conciertos, los bailes, las cabalgatas, competencias, y en fin, todos los actos en los que toma parte activa el pueblo. Ese pueblo trabajador y alegre que en esos días se olvida un poco de la rutina del cotidiano vivir, y se entrega a sus fiestas a colaborar todos a una para gozar del esplendor de unos días inolvidables y darse al forastero para el que llegue a Paterna se sienta a gusto y contento en ésta su casa. El que viene de fuera a ver nuestras fiestas no es un extraño para nadie, ya que el paternero es hospitalario, gentil y dadivoso, festero, alegre, en fin, es un anfitrión único; prueba de ello es que los que viven en la vuelta de la procesión, pasacalles o "cordá", las puertas de sus casas están abiertas para todos los que quieran ver los actos mencionados.
Cualquier vecino que vaya acompañado de gente de fuera y pida permiso para ver desde ese punto cualquier acto festivo que pase por allí sabe que puede contar con el beneplácito de los señores de la casa, y también la mesa puesta con los dulces y chucherías que en esos días las paterneras se esmeran en hacer para obsequiar a sus invitados y para saborearlos todos.

Todo cuanto hasta aquí lleváis leído quizás parezca un poco tonto o un mucho repetido, no lo discuto; tampoco dudaréis de que es verdad. Para vosotros los que ahí estáis una ver- dad que se repite año tras año; a los que estamos lejos no es que nos guste exagerar sino recordar, añorar, lo que tantos años vivimos y tan hondo dejó en nuestro corazón. El recuerdo de Paterna es una huella perenne en mi vida, me siento paternera “nata”: ahí crecí, amé y sufrí; en ese mi pueblo tengo mis seres queridos, los más queridos, unos con vida, gracias a Dios, y otros en el descanso eterno. Nada ni nadie me obligó a salir de Paterna: nuestro destino ya nos lo trazan desde lo alto antes de nacer, luego nosotros lo vamos ejecutando según se presentan las circunstancias y yo estoy por ello lejos de ahí.
En ésta mi casa de Caracas vivo rodeada de cosas que me recuerdan mi tierra; una bonita fotografía del Micalet, una Senyera, escuraeta de la Mare de Deu, unos mosaicos con las Torres de Cuarte y Serranos, un magnífico óleo de la Albufera y sus barracas, obra de mi amiga Faustína Jaén, porcelanas de Lladró, y ¿cómo no? una hermosa estampa de la Patrona nuestra Virgen de los Desamparados y otra tan hermosa como la primera de nuestro Cristo, de nuestro "Negre”, además de una perfecta reproducción a tinta china de la Torre que data del año 1933 hecha por un gran amigo de mi querido padre (q. e. p. d.) y que está conmigo desde que salí de Paterna el día 14 de Octubre de 1957, el funesto día de la riada.
No necesito de todo esto para tener en mi mente y en mi corazón a nuestro pueblo; me gusta y alegra vivir rodeada de cosas de mi tierra, soy un poco conservadora en mis costumbres e ideas, vivo el presente y lo acepto con todos sus cambios, progresos y adelantos, y estoy de acuerdo en que «renovarse es vivir», que hay que estar en la onda, que se tiene que ser «pop» e «in» y con todos los adjetivos con que ahora la gente joven denomina lo moderno y los adelantos.

La vida es bella y hay que vivirla en el presente sin anticiparse a los acontecimientos que aún no ocurrieron. Todo lo nuevo tiene su aliciente por desconocido y por nuevo; según se enfocan las cosas en estos tiempos, algunas parecen absurdas, pero en el fondo todas tienen su razón de ser; tenemos que reconocer que la gente joven de ahora son más prácticos y positivos que antes, más objetivos; se motivan por conseguir lo real de la vida y lo viven plenamente; esa cualidad no la tiene toda la gente y por eso unos son así y otros de otra manera, más aferrados a lo tradicional y también viven bien, o por lo menos viven.
Ahora bien, pensando de una manera o de otra no se es mejor ni peor de lo que en el fondo somos; lo principal es la rectitud de conciencia. Para los que ya estamos un poco en la mitad de la vida y hemos visto lo de antes y estamos viviendo lo de ahora, no cambiar y seguir pensando en que nuestro pueblo es el mejor, sus fiestas las más bonitas y las mejores, sus gentes como siempre buenas y todos tratando de colaborar, «per a donarli esplendor que es la millor manera de demostrarli amor».

Por todo lo que hasta aquí lleváis leído, porque en mi pensamiento llevo como una diapositiva a todo color de esa colina, ese río, esa Torre y esos días del mes de agosto paternero con todo su esplendor de Villa en fiestas, por todo ello, y por mi condición de hija adoptiva de nuestro pueblo, es que siento estos días la nostalgia de la lejanía. En pensamiento y corazón estoy con todos vosotros; con los clavarios que son el alma y realización de la fiesta, los que logran con su trabajo y preocupación año tras año esos momentos inolvidables al calendario de días buenos que tiene nuestro pueblo; por mis familiares, por mis amistades y por todo y todos en general es que en estos días siento más la añoranza de nuestro pueblo y de lo nuestro.

Mi enhorabuena a todos los clavarios de este año y que los actos que tienen programa- dos se lleven a efecto para gloria y esplendor de las fiestas en honor del Santísimo Cristo de la Fe y San Vicente Ferrer. Aquí en Caracas queda una paternera que esos días quisiera volar con suaves alas como el viento hacia nuestra Paterna querida.


Caracas, Agosto 1972
Amparo Cabeza Segovia


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