jueves, 29 de enero de 2015

COLEGIO CERVANTES, HISTORIA.



Grupo Cervantes



Escrito extraido del libro, "Historia de la enseñanza publica en Paterna", del cual es su autor, D. Julio Nuñez Navarro. Sobre como y cuando se creo la escuela publica, hoy llamada Cervantes.


El jueves 14 de septiembre de 1922 llegó a Paterna don Vicente Martí, administrador y apoderado principal del conde de Montornés, cuya visita tenia como finalidad hacer entrega al Ayuntamiento del terreno para la construcción del Grupo Escolar Alfonso XIII.

Ya en posesión del solar, el Ayuntamiento, en sesión celebrada el 18 de septiembre, acordó solicitar del Estado la construcción del edificio para el grupo escolar.

El alcalde don Francisco Salvador Calatrava suscribía, con fecha del 30, la solicitud correspondiente. Ya en 1923, concretamente el 12 de Junio, la Dirección general de Primera enseñanza devolvía la solicitud para que al pié de la misma se hiciera constar por la Junta local, o por los maestros, la necesidad de la construcción del repetido grupo escolar. Sin pérdida de tiempo, la Corporación reúne a la Junta local de Primera enseñanza, cuya mayoría, presente, hace constar, con fecha 20 de Junio, "que es de verdadera necesidad la construcción del edificio para escuelas de esta Villa”. Firman, el alcalde Sr. Salvador y los miembros de la Junta. El 9 de Octubre la Dirección general comunica al Ayuntamiento que el informe de la Oficina técnica de construcción de escuelas sobre el solar ofrecido es favorable.

Año 1926. En este año se decidió la construcción del Grupo escolar. Por Real orden de 9 de Marzo se expidió la "certificación de existencia de crédito del presupuesto vigente del Ministerio de Instrucción destinado a la construcción de la Escuela graduada de niños de Paterna (Valencia).

El 30 de Abril se aprobó en Consejo de Ministros el proyecto para dicha construcción.

En Madrid, y a 28 de mayo se procedía a efectuar la subasta de las obras de la referida escuela, ante el notario Cándido Casanueva y Gorgón, según las condiciones publicadas en la Gaceta del 12 del mismo mes. Precio, el ya conocido de 282.588,27 pesetas, una vez descontadas las 3.602,50 pesetas pagadas por el Ayuntamiento para obras de alcantarillado.

El Grupo escolar Alfonso XIII formaba parte del plan de construcción de Edificios-Escuelas construidos por el Estado con aportaciones de los Ayuntamientos y construidos por los Ayuntamientos con subvención del Estado.

En el año 1928 cesó el Ayuntamiento presidido por el alcalde don Mariano Verdú, -que lo fue desde 1924-, al que reemplazó don Vicente Cardona Lerma.

El nuevo Concejo se aprestó a poner en claro el asunto del Grupo escolar, ya terminado, y de cuya entrega al municipio no tenía noticia alguna. Por consiguiente, en instancia dirigida a la Superioridad con fecha 22 de marzo, el señor Cardona solicitaba información acerca de este asunto, pues “debiendo de ser inaugurada la Escuela en el próximo mes de mayo por el Exmo. Sr. Presidente de Gobierno, General Primo de Rivera, el Ayuntamiento tiene que cumplir previamente las formalidades municipales especiales para el caso”.

Por fin, el 8 de octubre de aquel año 1928, el arquitecto director de las obras y el constructor de las mismas procedieron a hacer la entrega provisional del edificio.

Año 1929. En la mañana del 17 de enero, el jefe del Gobierno, general Primo de Rivera, y acompañantes, con el Ayuntamiento en pleno, numeroso público y las bandas de música, se dirigieron a visitar el edificio del Grupo escolar Alfonso XIII -todavía sin inaugurar-. Después de recorrer y admirar todas sus dependencias, el señor Primo de Rivera felicitó calurosamente al Ayuntamiento, así como al ex alcalde don Francisco Salvador, que se hallaba presente y había sido el impulsor de la creación de este centro escolar.



                                              Pintura de Jeroni, de la fachada del grupo escolar Cervantes.


El acto de la inauguración tuvo lugar el 20 de Diciembre de 1929. Cada una de las aulas había sido rotulada con el nombre de uno de los seis personajes que, en 10 de diciembre de 1921, aprobaron y alentaron la idea de esta edificación. Eran el general Aizpuru, Gobernador Calvo Sotelo, Cardenal Reig Casanova, Conde de Montornés, Diputado Juan Izquierdo y Coronel Castells. Año 1930.- Los primeros maestros fueron: don Pablo Gabriel Moscardó, don Juan Magal Benzo y don Fausto Robredo Bueso, procedentes de la antigua Escuela Nacional Graduada de la Plaza. A continuación llegaron don Alberto Fuentes Fernández, don Joaquín Michavila Vila, don Francisco Castellano Tari'n y don Ramón Ramia Querol.

Al advenir la República pasó a denominarse la Escuela "Grupo Escolar Blasco Ibáñez” y al concluir la Guerra Civil, al colegio se le cambió el nombre de Blasco Ibáñez por el de Cervantes.

Ante el crecimiento demográfico de la Villa hubo que ampliar el Cervantes. Se aumentó el número de aulas mediante las obras correspondientes y se dotó al colegio de un comedor escolar. A la referida ampliación contribuyó notablemente el Ayuntamiento con la aportación del mobiliario y otros efectos. Era entonces alcalde don Gerardo Salvador Moros.Y en 1979 se acomete otra ampliación del Grupo, construyéndose al efecto una obra aneja capaz para otras cuatro unidades.

El centro estaba dotado con los principales servicios técnicos-didácticos-pedagógicos. Aparecía remodelado totalmente y se había logrado que la Dirección general de Primera enseñanza lo declarase "Colegio modélico en su categoria”.

El dia 6 de Enero de 1980 se celebró el 50 aniversario de su inauguración. Entre los actos programados destacó el descubrimiento de una lápida de mármol, colocada en el vestíbulo del colegio, con una leyenda que decía así:

Niños: Pronunciad con respeto los nombres de las personas que hicieron bien por Paterna:

D. Francisco Salvador Calatrava
D. Enrique Montaner Benlloch
D. Vicente Mortes Alfonso
D. Gerardo Salvador Moros”.

La colocación de esta lápida constituyó un bello gesto y un acierto de los organizadores de aquella celebración. Pues con ello se rememoraba el decreto de 23 de septiembre de 1847, debido al entonces ministro de Fomento, general Ros de Olano, y en cuyo artículo 47 se ordenaba a los maestros lo siguiente:

En el local de las escuelas deberá escribirse el nombre de las personas ilustres que haya producido el pueblo o de los que le hubieren hecho algunos beneficios, con un resumen biográfico para ilustración y ejemplo de los niños”.

Y con esta cita hacemos punto final al estudio de este "Alfonso XIII”, luego "Blasco Ibáñez” y en la actualidad “Cervantes”.


Julio Núñez Navarro

DEL NACIMIENTO DEL FOOTBALL EN PATERNA.

BALON Y LITERATURA.

DE LA PATERNA DE AYER.. Por Ricardo del Val.


Buen escrito sobre el nacimiento del "football" en nuestra población, por unos jóvenes paterneros, escrito por Ricardo del Val en el libro de fiestas del año 1972.




Una vieja foto amarillea entre mis dedos. Tiene la foto medio siglo de existencia. Un paternense amigo mío de mi tiempo de adolescencia, me la entregó no hace mucho. En la cartulina se enmarca, nada menos, que un equipo de fútbol del pueblo, de los años veinte; equipo en el que figura el autor de éstas líneas... Tendría yo unos dieciséis años, los mayores estarían en los dieciocho. Y hay uno con quince. El flamante equipo era creación de un aficionado, un señor dueño de un comercio en Valencia, en la calle San Fernando, creo que don Vicente Mallent. Jugábamos en Paterna y salíamos a los pueblos.

Nuestra mayor hazaña consistió en jugar una tarde en Mestalla, antes de que lo hiciera el Deportivo de la Coruña. Jugábamos contra los infantiles de Kadar -los checos-, que nos ganaron por ocho a uno...

El recuerdo de aquel jovencísimo equipo paternero es un recuerdo muy dulce para mí; uno de mis mejores recuerdos del pueblo. Más de la mitad del equipo, ya no es de este mundo. Entre los ángeles creo yo que se puede jugar, al menos si se hace como nosotros lo hacíamos. Ya diré como. Bueno, fútbol y literatura son dos cosas que no casan bien, intento convencerme de ello sin embargo, desde una zona delicada de la sensibilidad, desde un punto vivencial y muy juvenil, creo yo que no son contrapuestos ambos conceptos. No quiero decir «hacer literatura con el fútbol», sino que «del fútbol se puede hacer literatura».

Y la foto a que me refiero, de «un verdadero equipo de fútbol», sobre todo por su ilusión y su ensueño, sí que se acerca a la buena prosa, creo yo. Graciosa foto de un grupo de muchachos arriscados, adolescentes, héroes del balón en la vieja Villa de Paterna, de cuando no llegaba a cinco mil habitantes. Nos vestíamos en una cueva del Palacio y salíamos corriendo con las porterías al hombro hacia el Campamento.

En los años veinte a que me refiero (1920), este deporte ejercido en calidad de protagonista con una ilusión enorme, era una cosa muy diferente a la de hoy. En la capital se realizaba un fútbol de perspectivas provincianas. Me parece que el Valencia jugaba en segunda división, y las rivalidades locales eran poco más que pueblerinas, entre el «Gimnástico» y el Valencia. Pero con altas pasiones y temperatura heroica. Para los muchachos como nosotros el fútbol era algo realmente heroico, esto es, el de los tiempos de Amberes. El heroísmo de Amberes -« ¡a mí, que los arrollo!»- lo vivíamos intensamente los chicos; entre si este o aquel jugador procedía del colegio de los Salesianos, o si se había formado en «El España» e iba a ser «probado» en Algirós, bordeado de finas arboledas y de acequias morunas. Aquello podíamos calificarlo de romántico.

Me hice socio del Valencia C. de F., por una cuota mensual de tres pesetas, lo cual me «daba derecho» -viniendo de Paterna por la mañana- a poder «entrenarme» en el viejo campo de Algirós, donde los chicos podíamos correr si queríamos junto al famoso interior derecha Eduardo Cubells. No salíamos del asombro cuando el maravilloso internacional tan «crío» como uno de nosotros se ponía a recordar jugadas suyas por los campos de España; y de cómo debían ser tirados los penaltis a Ricardo Zamora, por ejemplo. «Mirad, para batirle hay que tirarle a las piernas, raso, muy fuerte»,

En Paterna llegamos a lo increíble, fantástico: a entrenarnos a la luz de la luna, en la explanada del Palacio, del neoclásico, dorado y grandísimo Palacio de los Condes. Paterna ha sido original en esto. Mis amigos sonreirán. Pues sí... En verano salimos alguna vez al Campamento, al amanecer, con el balón, En los comienzos tratábamos juntos muchachos de la universidad, de la oficina y del taller. Hacíamos esfuerzos para vencer el impulso de la «llauxá» y jugar por lo fino, a «lo Samitier»... «El mago», el ídolo de todos, que acabó de dejarnos en esta oscuridad de la decadencia. Teníamos en el Valencia a un Peral en la delantera, brujo estilista, rubio y fino, de ojos zarcos y que nos parecía un estudiante de Oxford. Como nuestro Peral, no ha jugado nadie en España, después de Samitier.

                                     Foto: José Suárez González "Peral", 23 años, jugador del Valencia cf.

Cuando el muchacho corre con un balón, le nacen alas, siente el gozo de vivir y una alegría de difícil glosa; no hay duda, en una introversión. Quien esto escribe, ya digo, le daba al balón y hacía versos. Bueno, los versos eran malos, pero eso nada importaba. Al pie de las porterías, recién clavadas, portátiles, se apilaban libros de bachillerato, alguna novela de Blasco Ibáñez, las «Rimas» de Bécquer.

En Paterna -¡oh, valencianisimo y bello pueblo!- se puso en moda una cancioncilla de fútbol, en la que iban nombres de muchachos y el mío. Canción y deporte. La canción aquella la había escrito nuestro entrenador y «apoderado» «Llabateta». «Llabateta» era muy fino y por eso aparece en la foto con una rodilla en tierra, en el antebrazo el sombrero de paja, lacito negro al cuello.




De verdad, querido lector, que yo no sabía separar el mundo de los jardines abandonados, de la lluvia y de las amadas inexistentes, del mundo del balón rodando delante de uno. Muchos poetas fueron excelentes interiores. El filósofo Albert Camus jugó de interior en el equipo de Argel. ¿No escribió de fútbol el gran poeta español Rafael Alberti? Existe una novela premiada, forjada con el tema del fútbol. Carmen Laforet hablaba hace años sobre que el escritor debe acercarse a los temas de sentir muy popular. Y todo esto, en fin, afluye de esa vieja foto paternense, hecha en un estudio de la calle de Cuarte, en Valencia.


Ricardo del Val, 1972, Paterna.












martes, 27 de enero de 2015

AÑO 1965, CORDÀ EN VALENCIA.


        CORDÀ EN VALENCIA, 1965.

                POR VICENTE CARDONA (MARZO 1965)










El hacer reseña de aquellos momentos de la historia reciente de nuestra Villa, en el año 1965, los paterneros fueron a  a Valencia a enseñarles a todo el mundo, cual era nuestra mas insigne fiesta, La Cordà, quien mejor que D. Vicente Cardona, que lo escribió en aquel libro de fiestas del año 1965.


          LA CORDA Y EL PASACALLE EN VALENCIA 1965

                                           A mediados de marzo de 1965



En el ambiente, algo esperado que hace bullir la sangre a los valencianos. Las emisoras meten en casa una música de fiesta grande, Y los periódicos han reestrenado unas secciones. Hermosa muchachas asoman su clara sonrisa. Y mientras, la primavera espera a la vuelta de cualquier promesa. En las calles, una actividad desusada.  Se ven caras nuevas. Y muchas máquinas de fotografiar. Ningún cohete ha estallado todavía. Ninguna traca. Las noches no han sido sorprendidas en su sueño por las chispas de mil colores. No obstante, el aire ya huele a pólvora.


      -¿Y dices que habrá “cordá”?
     -Seguro.
     -¿Aquí? ¿En la capital? No puede ser.

Una voz pregona en la calle. “Ayer fue presentada la Fallera Mayor.”


Dos jovencitas, libros bajo el brazo, alegran la calle.


     -Fue un acto emocionante. Se cantó nuestro himno.
     -¿Tú también lloraste?
Los programas, en la calle
     -¿Lo ves? ¿No te lo decía yo, “cabut”? –y casi le mete por los ojos un programa de la Junta
      Central Fallera-. Pasacalle, “cordá” y además, por gente de Paterna.
      Asombro, casi pánico.
      -¿Y esa barbaridad. ? Ché, no, eso no. ¿Se han vuelto locos los de la Junta?

En el aire, el humo de pólvora pone ya invisibles gallardetes de fiesta. El sol, el sol de marzo valenciano, está ahí. Como cada año. Es un gran personaje de las fiestas falleras.

      -Algún día le impondrán el “Bunyol d’or”.
La noticia en Paterna
     -¿Una “cordá” en Valencia?
     -Sí. Y un pasacalle de cohetes -añade orgulloso-. Yo soy de los que irán. Me lo ha dicho
     el alcalde.

Paterna, en fallas, es una villa que vive las fiestas de San José. Miles de sus vecinos inundan esos días las calles de la ciudad. Paterna es, como quien dice, un barrio, un gigantesco barrio de Valencia.

Pero con características propias; con propia personalidad.
La noticia se ha ido extendiendo. Resulta que es cierto.

      -Van a saber en Valencia lo que es una “cordá”.
      -Bueno, tanto como saber.



La tarea presenta sus dificultades. Ha de ser nada menos que en la plaza del Caudillo. Aquí, en esta entrañable villa nuestra, ninguno de ambos festejos de las grandes Fiestas de Agosto presenta problema alguno. Pero en Valencia. El alcalde, don Gerardo Salvador, no ignora la papeleta que se le encomienda. Hay problemas, sí. Pero es que, además, se pone en juego el prestigio de las gentes de Paterna. Hay que dar un alto ejemplo de civismo en dos actos peligrosísimos.

     -Se puede hacer. Y bien. Pero cada cual ha de pensar lo que representa.
     -Conmigo puede contar.

Y con este otro. Y con aquel. Y con todos.

Hacen falta cien “coeters” de probada afición, con suficiente “técnica” Y, claro está, en primera línea de ofrecimiento, de voluntad, de “espíritu Paterna”, los clavarios del Cristo de la Fe y deSan Vicente Ferrer. Incondicionalmente. Con el apasionamiento que ponen en las cosas de su patria chica.
-Podemos ser el triunfo o el fracaso. De vosotros depende.

La noche del 14 marzo Paterna se ha volcado en la plaza del Caudillo. Y también otros pueblos. Y miles de valencianos. Y otros españoles. Y extranjeros. Una caravana de coches, al filo de la medianoche, se dirige a Valencia. Transportan una hermosa ofrenda de Paterna a su capital. El alcalde marcha al frente. Una escolta de motoristas municipales les recibe a la entrada de la ciudad. Y así llegan hasta el Ayuntamiento.



     -¡Paso “als coeters” de Paterna!
Es tarde. Muy tarde ya. La expectación ha ido subiendo de tono. Los espectadores se impacientan. Siempre hay alguien que piensa por cuenta propia.
     -“Y aixó no podía ser més pronte?”
Alguien, tal vez un clavario, constesta.
     -¿Y nos lo pregunta a nosotros?

De pronto las luces se apagan.
Se oye una cometa muy familiar. Muy familiar para nosotros. Y una voz.

     -“Per ordre del alcalde de Paterna. Va a empezar el pasacalle. Y la “cordá” Con el mismo rito que en la         villa. Con el mismo bando.
     -¿Comenzamos ya?
     -“Tin pasensia.”

En los balcones del Ayuntamiento, las autoridades, los invitados. Allí están el Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento, don Antonio Rueda Sánchez-Malo. Y el alcalde, don Adolfo Rincón de Arellano. Y don Juan Martí Belda, presidente de 1a Junta Central Fallera. Y la radiante belleza de la Fallera Mayor, señorita María-José Carmena, con su Corte de Honor. Y multitud de personalidades de Madrid y de otros puntos.

Un rumor de expectación recorre la plaza sin cesar. La noche se estremece. Destellos de luz, como una explosión de alegría, se elevan hasta las estrellas. Cien cohetes largos lanzan al espacio su fuego en mensaje multicolor. En dos hileras, avanzando como triunfadores, aquellos hombres que brindan a su tierra la admiración de las gentes, recorren el recinto de la plaza. Casi dos mil cohetes de lujo de cinco cambios y diez 7 salidas han ido asombrando a un público entendido. Termina el pasacalle.

Pero queda la “cordá” En el interior de un recinto acotado con tela metálica de dos metros y medio de altura, comienza un fuego impresionante. Los cohetes, ruidosos, sueltos, por miles, cabrillean fugazmente, despiden su fuego de líneas geométricas. Docenas de cajones estallan y arden. En once minutos trece mil cohetes enloquecen al  gentío, que no da crédito a lo que ve.

Los aplausos atruenan la plaza. El entusiasmo del público es inenarrable y las autoridades manifiestan su satisfacción. Poco después, Paterna, a través de su alcalde, es felicitada por el presidente de la Junta Central Fallera, en presencia de la Fallera Mayor, su Corte de Honor y numerosas personalidades. El “Bunyol” de plata ya cuenta entre sus galardones.

Epílogo:

Allí, en aquel improvisado escenario de la plaza, se hacen muchos propósitos.

      -Hemos de ver la “cordá” en su propia salsa,
      En Paterna, cuando lleguen sus fiestas.
      -Y hará usted bien, porque sabrá de veras lo que es una “cordá”
     -¿Es que. Esto no ha sido realmente una “cordá”?
     -Mire, señor, en la que hemos visto los cohetes estaban. ¿Cómo lo diría? Sí. Los cohetes
     Estaban afeitados.
     -¿Entonces cree usted?.
     -Vengan a Paterna el último domingo de Agosto. Vengan. Los clavarios del Cristo y de San Vicente             Ferrer se encargarán de lo demás.

     Muy altas, las estrellas parpadean, todavía, sorprendidas.


                                       VICENTE  CARDONA
                                       Premio valenciano de teatro


ACLARACIÓN
Hemos de pedir perdón a Vicente Cardona por haber puesto bajo su nombre el merecido título de PREMIO VALENCIA DE TEATRO que le ha sido concedido por la Excma. Diputación Provincial. No obstante queremos hacer constar a pesar de su manifiesta oposición que no podíamos dejar pasar por alto semejante galardón concedido a un "hijo de Paterna” solamente a título de esto, como Vicente manifestó a la prensa, nos hemos atrevido a insertarlo.

DEL SINDICALISME A PATERNA

EL SINDICALISMO EN PATERNA (VALENCIA)

                  Por: Francisco Cervera Monllor.

Historia contada en primera persona, por D. Francisco Cervera, nacido en Paterna en 1922, y que desde la memoria fresca a su edad, nos escribe estas lineas de aquel sindicato de albañiles de la protectora, del que muchos no habíamos oído hablar.



                                              
                                           Carnet de socio de la protectora de Paterna, a nombre de Hilario Cervera
                                           Torres,   curiosa la forma de escribir "Cervera" con "S", como lo diría en
                                            valenciano, quien lo escribió, fechado junio de 1916.

Aunque por los años 28 y hasta el 36 del pasado Siglo yo era muy joven, mi padre, me encargaba la misión de ir a pagar las cuotas que se devengaban en la SOCIEDAD DE OBREROS ALBAÑILES “LA PROTECTORA “DE PATERNA, la única existente y a la que pertenecía, como trabajador albañil, aún cuando nunca frecuentaba ni asistía.
Dicha Sociedad de Albañiles fue fundada y aprobado su Reglamento el 21 de Julio de 1.919, siendo su Presidente Carmelo Aparicio y Secretario Ramón Blanquer Navarro y su domicilio en calle Godella n° 12. Fue presentado en el Gobierno Civil de la Provincia con fecha 18 de Agosto de 1.919 a efectos del cumplimiento del artículo 4° de la vigente Ley de Asociaciones y firmado por el Gobernador P. O. J. MONTILLA.
Paterna siempre ha sido pueblo donde mayoritariamente la población trabajadora se ha dedicado a la Albañilería (aunque muchos de ellos en su tiempo libre trabajasen en la agricultura en las pequeñas propiedades que poseían), por lo que ha sido la profesión más numerosa y mejor organizada, junto con los pueblos colindantes, Burjasot,  Godella, Moncada, Bétera, etc., fuente de la mano de obra que se ocupó del expansionismo urbanístico de Valencia en aquella época.
Así pues, antes del 36, solo existía en Paterna una Sociedad de trabajadores, la de los Albañiles, que con posterioridad a su fundación se construyó su propio local (de dos plantas) en la calle San Salvador esquina a la calle San Vicente y que pasado un tiempo se permitió a los obreros asalariados campesinos ocupar el local para asociarse y reunirse.
Nunca antes de la guerra, que yo recuerde ni tenga conocimiento, quedó definida dicha Sociedad de otra forma que “ SOCIEDAD DE OBREROS ALBAÑILES “LA PROTECTORA” DE PATERNA”, aunque ya se habían empezado en sus reuniones a significarse en sus discusiones y planteamientos los grupos con creencias Socialistas y otros Anarquistas y libertarios,
Con esta situación llegó la guerra y se separaron los citados grupos de la Sociedad, quedando en la misma con la denominación de SINDICATO DE LA UGT, los que simpatizaban con el Partido Socialista y otros ideales moderados y marchándose al edificio del Palacio (actual Ayuntamiento) con la denominación de SINDICATO DE LA CNT, los que sus ideas eran más extremistas del Sindicalismo y Anarquismo o al menos así consideraban sus ideales.
Estos últimos utilizaron el primer cuerpo del edificio del Palacio en su totalidad : los bajos como Comarcal o Control de transportes; la primera planta Sindicato de Construcción; Sindicato de Secciones Varias y vivienda del Conserje, La planta superior para la Agrupación de Juventudes Libertarias, en la que había Secretaria, Biblioteca, Salón de lectura, Salón Gimnasio y duchas.








El Sindicato de la CNT. Tenía frente a su edificio (donde hoy está el Banco Bilbao) en una casa que entonces había, su economato donde se suministraba a sus afiliados. También en un determinado espacio de tiempo en la última planta (parte de la fachada) del Gran Teatro se instaló un colegio para niños, cuyo maestro D. Feliciano (con barba y descalzo) se cuenta que hizo una buena labor de enseñanza. En cuanto a la parte de la Agricultura la CNT. Creo la Colectividad de Trabajadores Campesinos que cultivaban y explotaban su rendimiento de las tierras requisadas en las masías. Esta estaba en el chalet propiedad del Médico Ballester (suegro del General Asensio), hoy ubicado el supermercado MERCADONA en la Avda, País Valenciá y tenía su almacén de abonos y materiales en la última casa del entonces llamado “entaulellat” (que hoy es calle Conde Montornés n° 2 al 6 inclusive), y entonces eran casas de familias que venían a veranear.
También y aún cuando no tiene relación el hecho con el Sindicalismo en el Municipio, considero de interés, por tratarse de una División formada e integrada por sindicalistas de laC.N.T. de Cataluña y Aragón que después de haber tomado parte en importantes batallas y enfrentamientos con las tropas denominadas nacionales, siempre con éxito, ya cuando estaba avanzado el periodo de la Guerra la 25 División formada por las Brigadas 116, 117 y 118, que es a la que nos referimos, tuvo un combate adverso y quedó muy mermada en número de combatientes siendo enviada a retaguardia para su reorganización e inclusión en unidades militarizadas, alojándolos hasta dicha reorganización en nuestro Municipio en el Cine-Teatro Batán (Hoy denominado CAPRI”). El Partido Socialista, ocupó algún tiempo el Casino de la Plaza, como sede social, y en la calle Maestro Canós N° 9 (donde hoy hay en los bajos un gimnasio) construyó un horno de pan y un economato para sus socios. Después donde hoy se sitúa el Centro Musical, en la planta baja de la casa que había entonces se abrió un nuevo local de su sede y recreo. Todo lo anterior unido al edificio anteriormente descrito como Sociedad de Albañiles de dos plantas y patio que pasó a la U.G.T., es cuanto recuerdo. Así, según mi memoria, se mantuvo hasta el final de la guerra que todo pasó a ser ocupado por las Autoridades designadas por el bando vencedor y estas a su vez devolviendo a sus propietarios o dándoles destinos a sus necesidades del momento, como por ejemplo al edificio del Palacio el de cárcel para los detenidos y represaliados a medida que volvían a sus casas procedentes de la guerra; el edificio de la Sociedad de Albañiles (U .G.T.) sito en la esquina de calle San Vicente a calle San Salvador a la C.N.S..

Paterna,  Diciembre de 2.006.

martes, 20 de enero de 2015

LA FIGURA DEL NANO DE LA CAÑADA. Por VICENTE COTOLÍ IBAÑEZ.

LA FIGURA DEL NANO DE LA CAÑADA.

                Una anécdota…y por curiosear un litigio.


                                               Por VICENTE COTOLÍ IBAÑEZ.





Circunstancias especiales del azar me proporcionaron hace poco una bellísima fotografía, que me sirve de pretexto para dedicar estas líneas al libro de fiestas, ya que era objeto de curiosidad de los forasteros que visitaban La Cañada y ocasión frecuente a comentarios, más o menos cultos, de nuestro regocijado y bromista pueblo, una figura de piedra, que se encontraba en la finca de don Vicente Miguel Carceller, a la entrada del jardín y como fachada del mismo, adosada a la reproducción de dos fachadas de barracas, el Miguelete y un fragmento de La Lonja.

Nuestros antepasados la conocieron con la denominación de “El Nano del carrer d’En Llop», porque primero estuvo adosada al muro de la casa número 12 de aquella calle de En Llop”, en Valencia. Hoy tiene su domicilio en otro chalet de Montecañada, casa de Jose Luis Garcia Hernández.

Las gigantescas proporciones de aquella estatua que parecía sostener con sus hercúleos brazos la vetusta fachada de una casa de poca altura, y la posición del bien modelado torso, que ostentaba impúdicamente sus desnudeces, como haciendo alarde despectivo del transeúnte, llamó siempre la atención, ya que era blanco obligado de miradas, suponiendo que a alguna causa debió de obedecer el que se colocara allí aquel aditamento escultural, que a ningún motivo arquitectónico respondía.
Como a través de los tiempos se confunde la historia con la leyenda, no puedo asegurar si es verídica o imaginativa la breve narración que me hizo quien, por su edad y condiciones, podía muy bien asesorarme en este asunto, pero hechas mis averiguaciones, me han dado el siguiente resultado:



Esta famosa y popular figura, era conocida por «El Nano de la Caña». y pocos lectores que sobrepasan los cincuenta años no conocerán o han oído hablar de ella y hasta incluso la recordarán al leer estas líneas, pensando las mil cosas que se decía de ella, pues no en balde su propietario era el director de los populares periódicos «La Chala». «EL Clarin» y «El Fallero», pero vayamos a su historia, ya que antes fue «El Nano de el carrer d‘En Llop».
La anécdota curiosa se refiere. a que hubo un palacio en Valencia, perteneciente a la Linajuda familia de los Marqueses de Jura Real y Villatoya, situado en la entonces plaza de Emilio Castelar, que por exigencias de comodidad para la prolongación de calles, comenzó a derribarse en el mes de abril del año 1930. Su construcción venia hecha desde finales del siglo XVIII, en una época en que no se distinguía por sus primores artísticos, pero era costumbre tener estos edificios para albergar a las más ilustres familias de la aristocracia, y así lo realizó el arquitecto de la obra don Mauro Minguet, que no se preocupo más que de hacer un edificio grande y sólido. Para ello, su dueño, el M.I. Sr. D. Francisco Pascual Castillo Izco de Quiñones. Marqués de Jura Real, Regidor perpetuo de la clase de nobles y alguacil mayor del Santo Oficio de la Inquisición de Valencia, tuvo que adquirir varias casas para levantar el palacio en su solar. Todo el ladrillo que se empleó en las obras se adquirió de Moncada, la piedra fue arrancada en las canteras de Paterna y Godella y todo el herraje (balcones, rejas y balaustres de la escalera) corrió a cargo del maestro herrero don Vicente Gumbau.

Quedó terminado alrededor del año 1770, y desde aquel primer dueño siempre estuvo vinculado a la familia de Castillo, aunque su último inquilino fuese el Fomento Industrial y Mercantil.



Parece ser, que al edificarse, el dueño adquirió el derecho a que no se elevara la casa en que luego se colocó la impúdica figura de espaldas, para que la parte lateral de su edificio, allí recayente, no careciera de luz. Pero andando los tiempos, se percató un día otro ilustre y distinguido vecino, que tenía su casa frente a la entonces iglesia de la Sangre. Que su habitación dormitorio era fisgoneada continuamente desde Ios  balcones del palacio, y trató de evitarlo comprando la casa que con la suya Iindaba por la parte trasera, al objeto de elevarla y evitar la fiscalización de que era objeto su domicilio.

AI intentar realizarla obra en su nuevo inmueble, tropezó con la oposición resuelta y decidida de su noble vecino, que se negó abiertamente a que se le privaran las luces y vistas a que tenía derecho. Entonces se entablo un litigio, y aquellas dos aristocráticas familias, cuyos vínculos de amistad hablan sido siempre afectuosos, adoptaron la actitud tirante y reservada propia de todos los que discuten sus derechos ante los Tribunales de Justicia. Y después de sendas actuaciones, y de fracasar varios intermediarios amistosos, se falló el pleito reconociendo sus derechos al dueño del palacio que, como he dicho los había adquirido al construirlo en 1770.

Aquella sentencia acabo de exasperar al linajudo señor de la calle de la Sangre, hasta el punto de romper tan ostensiblemente sus relaciones de amistad con el litigante contrario. que para perpetuar la ruptura  entre ambas familias, mando esculpir  en piedra, adosándola a su casa, a ras de suelo la figura de gran tamaño con la posición ofensiva para el prócer favorecido por la Ley.

Menos ofensivo el dueño del palacio, pero también resuelto, acepto la situación de hostilidad creada por el vencido. y como también era costumbre en estos casos. para que nadie dudara era también por su parte definitivo el rompimiento, mandó colocar una cruz en la pared lateral de su palacio, frente al expresivo coloso «Nano» que enseñaba sus desnudeces.

Después de transcurridos casi dos siglos, aún perduraba el odio entre las dos familias, y según cuentan, desaparecieron cuando se quitaron las señales cuando el señor Carceller, con satisfacción, domicilio el «Nano», en su finca de La Cañada.



Este señor, quiso que Ia figura de piedra tuviese un escenario valenciano bien destacado y la colocó, haciendo una serie de construcciones, que se reproducen en el grabado que se inserta, o sea, El Miguelete, de siete metros de altura, y el fragmento de La Lonja, con dimensiones que había un despacho en su interior, apareciendo el famoso «Nano» entre las fachadas de dos barracas valencianas, también condenadas a su desaparición; todo ello armonizando un conjunto que era muy agradable a Ia vista y le daba ilustre abolengo valenciano.

La inauguración oficial se verificó el domingo día 20 de Octubre de 1929, en la que hubo tracas. masclets, entrada de la murta, suelta de globos. Bailes populares. cancons valencianes. coloquis. y otras atracciones propias de la tierra, además de Ia murga «Los siete feos» y la pequeña banda de música que se formó con los separados de la Municipal de Paterna, en número de once, que actuó junto con otros de refuerzo de Valencia, dirigidos por el maestro don Antonio Cabeza.



Tan famosa resultó ser esta figura a los paterneros de aquella época, que, con humor, se le incluyó en e! programa de las fiestas organizadas por los Clavarios del Santísimo Cristo de la Fe y San Vicente Ferrer, en el año 1930. y a las ocho y media de la tarde del 30 de agosto, hacia su entrada en Paterna, bajando por carretera. Salieron a recibirle los clavarios a la plaza de las Eras, con la banda de cornetas y se organizó un pasacalle para llevar al «Nano como vecino más viejo de Ia localidad -ya que contaba con casi 200 años, a la Retreta, que se efectuó por la banda de trompetas del 3.° Regimiento ligero de Artillería y la presidió como homenaje a la vejez. También figuró en la cabalgata que se celebró a las cinco y media de la tarde del día siguiente, con la misma posturlta también visitó el ano 1931las fallas de Valencia, siendo huésped de honor de la de Burriana-Salamanca, y cuando volvió a ser colocada en apariencia, en su nuevo domicilio de La Cañada, se celebró con una fiesta, el 1.° de Mayo, por la mañana en la que efectuó un pequeño concierto la murga de la Peña La Fam, que dicho día hizo su presentación al pueblo de Paterna uniformada e instrumentada, dirigida por Vicente Belenguer recordado con cariño en Paterna por «El Tete».

Al Termino esta reseña aclarando que para estas fiestas no vino la figura autentica de «El Nano de Ia Caña». Si no una reproducción de la misma, hecha por el artista don Ricardo Llácer. ¿Qué como he averiguado todo esto? se preguntarán ustedes. Pues así, sencillamente, para que no se confunda la historia con la leyenda. Esta es la anécdota del popular «Nano», maestro del genio picaresco que en todo tiempo tuvo el carácter valenciano.


                                          VICENTE COTOLI, 1987.

lunes, 19 de enero de 2015

VICENT PERIS PASTOR, EL XIQUET DE PATERNA.



VICENT PERIS PASTOR.


El coiset o el xiquet de Paterna






…que consiguió que el nombre de su Paterna perdure en el tiempo a través de sus canciones populares que todavía se escuchan en nuestra región.


El puede ser un desconocido para muchos, una persona anónima, pero conocida por los típicos apodos que tanto abundan en los pueblos, sin embargo, podemos afirmar que se trataba de un ilustre paternero, muy recordado. Ilustre en el mundo dé la canción popular valenciana de las primeras décadas del siglo XX, que por las trágicas circunstancias de la guerra civil vio truncada una carrera musical y una popularidad que merece nuestros respetos.
Nace en Paterna en 1904, hijo y nieto de paterneros, habitaba en una de las cuevas de Buenavista,3 (el Batan), era cojo desde su infancia tras un pequeño accidente domestico, alternaba su profesión de albañil, con la de rápido compositor de verbo fácil e intérprete de todas las variedades “del cant valencia”, “el u i el dos”, “Albaes”, “el u i el dotze”, y “El Ú”, actividad en la que se inicio a los dieciséis años cantando en la plaza del pueblo, y que tan arraigada está en su familia, posteriormente tuvo continuidad con la familia de “el Pollastre” y actualmente por Teresa Segarra Belda, fiel continuadora del cant valencia.


El Xiquet de Paterna, reconocido su arte  y estilo, pronto entro a formar parte de una compañía valenciana y actuando junto a figuras como “el Xiquet de Benaguasil”, y el “Sego de Marchalenes”, realizando numerosas giras por España, mostrando la belleza del ball de Torrent y la música popular valenciana, dejando plasmado su estilo en numerosas grabaciones, en ocasiones estas giras le condujeron mas allá de nuestras fronteras, siendo muy solicitado, se manifestaba entre otras cosas , de su ideología como trabajador, como vecino de un pueblo de labradores y albañiles, como era entonces Paterna, que le llevo a expresar su apoyo y admiración al populista y republicano Vicente Blasco Ibañez, al tiempo que era capaz de reflejar su crítica hacia una burguesía industrial y una ciudad, Valencia.




   “Hui Valencia es lo millor
      Que en esta terra se cria
      Desdechuna el llaurador
      I menga la burguesía…





Paralelamente queda reflejado un fenómeno típico y especial en la masa trabajadora, su anticlericalismo y su, a la vez (por paradójico que pueda parecer), su verdadera admiración, adoración y gran respeto por las imágenes sagradas de la Virgen de los Desamparados, patrona de los valencianos y al Cristo de la Fe (el negret) de todos los paterneros. A su Cristo no había año, ni procesión en la que no cantara al salir de la iglesia.


A la Virgen en su solemne coronación, improviso unas estrofas que rezaban así:


     De brillants una corona
     Valencia t’ha regalat
     Perque eres nostra patrona
     Mare dels desamparats
     Que al valencians no abandona.

Como obrero y militante de la clase trabajadora (militante de la CNT y simpatizante de las Juventudes Socialistas Unificadas), sus ideas le llevaron a colaborar con el comité creado en Paterna. También ocupo el cargo de alguacil de Paterna en el Ayuntamiento y encargado de suministros de aguas potables. Por sus convicciones le mantenían fuera del favoritismo, pero para los vencedores de la guerra civil, esa colaboración se convirtió en un delito. Detenido como otros tantos en el Palacio, tras el fin de la guerra, fue consciente de que los cargos que podían presentarse serian mínimos, y permaneció hasta su traslado a la cárcel modelo de Valencia, a la espera de que se viera su causa. Y las autoridades militares debieron pensar lo mismo, y le condenaron a 12 mese de prisión.


La mínima pena que le podía recaer a un funcionario municipal. La tarde – noche del 4 de noviembre de 1939 habiendo recibido noticias esperanzadoras de su puesta en libertad, fue introducido en uno de los camiones y fusilado en Paterna, el pueblo que tanto amaba “el Rei del cant valencia”.







Fuente: Villa de Paterna, historia y toponimia.

PRIMER VUELO , EN PATERNA.

Don Juan Olivert Serra

(Cullera (Valencia), 1888 - Cullera (Valencia), 1949)
Terrateniente, estudiante de ingeniería industrial, pionero, financiero y piloto de su avión

Aeroplano "Olivert" de 1909




El valenciano Don Juan Olivert Serra, natural del Municipio de Cullera (Valencia), fue el primer piloto español en levantar del suelo una máquina voladora más pesada que el aire, hechos históricos acontecidos en los inicios de la aviación en España, concretamente en Paterna (Valencia), el día 5 de Septiembre de 1909, con su "Aeroplano Olivert", avión que estaba provisto de un motor Anzani de 25 CV y una hélice, elementos mecánicos fundamentales que obtuvo en alquiler del Ayuntamiento de Valencia, por ostentar el cargo público de Vice-Presidente de la Sección de Aviación del Círculo de Bellas Artes de Valencia.



Este cargo público de Vice-Presidente de la Sección de Aviación del Círculo de Bellas Artes de Valencia, lo obtuvo el año 1908, por las gestiones que realizó a su favor el escultor Don Ricardo Causarás Casaña, miembro asociado y co-fundador con otros muchos artistas pintores y escultores valencianos del Organismo Oficial del Círculo de Bellas Artes de Valencia, pero también, por ser el esposo, de una parienta suya, Doña Antonia Tarazona Serra, residente en Valencia y Paterna desde su niñez, en los Palacios de los Marqueses de Dos Agüas de Valencia. Mujer muy bien relacionada con lo más granado de la intelectualidad civil, política, militar y eclesiastica, debido a sus relaciones personales desde siempre con los Marqueses de Dos Agüas, que a su vez, también estos, mantenian amistad con el monarquico Capitán de Ingenieros Militares del Ejército de Tierra, Don Alfredo Kindelán Duany.
Don Alfredo Kindelán Duany, entre los años de 1905 a 1909, fue designado por el Servicio de Aeroestación Militar del Ejército de Tierra que estaba situado en Guadalajara, para colaborar técnicamente con el financiero Don Luís Causarás (Jaunzarás) Andréu y con su hijo el escultor Don Ricardo Causarás Casaña, constructores del avión de alto secreto militar, Aeroplano-Monoplano "Causarás".
Uno de los cometidos importantes designados al Capitán Kindelán por el Servicio de Aeroestación Militar del Ejército de Tierra, fue solicitar al Ayuntamiento de Valencia, la compra de un motor marca "Anzani" de 25 CV de potencia, para colocarlo en el avión de alto secreto militar Aeroplano-Monoplano "Causarás", avión que sería presentado oficialmente ante el público español e internacional que visitara Valencia con motivo de la inauguración de la "Exposición Regional Valenciana y Nacional" de 1909 a 1910.
El joven estudiante de ingeniería industrial Don Juan Olivert Serra, que ya ostentaba el cargo  de Vice-Presidente de la Sección de Aviación del Círculo de Bellas Artes de Vallencia,  organismo oficial que juntamente con el Ateneo Mercantil de Valencia, organizaron la "Exposición Regional Valenciana y Nacional" de 1909 a 1910, presentó su avión aeroplano-biplano de nombre Aeroplano "Olivert", ante Su Majestad el Rey Alfonso XIII, y entre estos aeroplanos monoplanos y biplanos, destacaba el único avión de ala delta de España, el Aeroplano-Monoplano "Causarás", prototipo grande sin motor, del escultor Don Ricardo Causarás Casaña, Vice-Secretario de la Sección de Aviación del Círculo de Bellas Artes de Valencia, y ambos aviones, fueron vistos y admirados por los cientos de artistas pintores y escultores, e intelectuales de diversas profesiones y los miles de valencianos y valencianas que asistieron a esta importante exposición regional y nacional. 
Unos meses después del magno acontecimiento de hacer volar su avión el Aeroplano "Olivert", por problemas corporativos con los miembros de la Sección de Aviación del Círculo de Bellas Artes de Valencia, tuvo que dimitir del cargo de Vice-Presidente que ostentaba, y esta dimisión, le produjo un disgusto que su salud corporal se resintió por depresión, y muy a pesar suyo, tuvo que dejar a medias los estudios de ingeniería industrial que estaba realizando en Barcelona, así como también, su gran ilusión con el clan familiar de los Causarás-Serra-Tarazona, que se estaban dedicando a desarrollar inventos y construcciones en edificaciones y naves industriales y en las nuevas tecnologías aeronáuticas. Se deshizo la sociedad familiar de construcciones aeronáuticas, y nunca más, ni el Maestro de Obras de Arquitectura, Don Luís Causarás (Jaunzarás) Andréu, ni su hijo, el escultor Don Ricardo Causarás Casaña, ni su pariente el hacendado terrateniente y joven piloto de aviación Don Juan Olivert Serra, invirtieron ni una peseta de más para volver ha construir máquinas voladoras.

martes, 13 de enero de 2015

DEL TEATRO DEL BATAN Y CAMPAMENTO

               

                PATERNA AÑOS 20.


Escrito publicado en el libro de fiestas del año 1979, sobre    aquella historia de la creación entre vecinos de Paterna, aficionados al teatro, del teatro Capri.

           
                  EL TEATRO BATAN Y CAMPAMENTO, 
                         LA TRANSMUTACION.

                                                     por: Julio Núñez Navarro.



Cuando paso ante el salón «Capri» de Paterna surgen en mí los recuerdos que han motivado esta crónica. El tema se me ocurrió al evocar lo que este local entrañable significó antaño para la villa y compararlo con lo que actualmente es.
Para quienes desconocen su historia diré que el mencionado salón está precisamente ubicado en lo que fue la «bombonera» de nuestro teatro. Allá por los años veinte. Un día, el inmueble perdió su dedicación como sala de espectáculos. Habían surgido en Paterna otros locales con mayor aforo y quizás con empresarios de más clara visión comercial y la «Bombonera» hubo de cerrar sus puertas.
Estas se han abierto de cuando en cuando para albergar actividades transitorias muy ajenas a las que le fueron propias, y en alguna ocasión se han dado allí conferencias culturales, proyecciones de cine-fórum, veladas de teatro ensayo y alguna exposición de arte.
El origen de este local es harto emocionante y hasta, en cierto modo, heroico. imaginaos a un grupo de doce aficionados constituidos exclusivamente en sociedad de eso que ahora se llama «promotores». Pues bien, aquellos hombres acometieron la quijotesca empresa de construir a sus expensas un teatro digno de Ia Paterna de entonces.




Por las tardes, tras la jornada laboral y durante los domingos, dedicábanse a preparar el solar, desmontando a pico el terreno espaldero del Calvario, vertiente meridional de la loma en que se asentó el castillo. Ellos acarreaban los escombros, allanaban el suelo y ayudaban a los albañiles. En fin, se ocupaban en todo. Si es «que la fe mueve las montañas, aquel puñado de hombres justificaron el refrán.
Hacia el año 1924 se inauguró el local, bautizándole como «Teatro de la Unión». Una denominación elocuente.
Pero tal denominación resultó simplemente teórica. Al punto. Todo el pueblo se dio a llamarle «Teatre del Batá», aludiendo al nombre de la calle en que se ubicaba y que hoy se llama de Ernesto Ferrando.
Desde su inauguración concluyéronse las representaciones en el viejo e inadecuado Café-Teatro del señor Benlloch, anteriormente localizado en la calle del Maestro Soler. El buen pueblo paternense ya pudo gozar, cómodamente instalado, con los diálogos chispeantes de Arniches, los párrafos sentenciosos de Benavente, los temas jurídicos de Linares Rivas, Ia ternura casi femenina de Martínez Sierra o la gracia fina de los Quintero...
Las mejores compañías de la ciudad desfilaron por el escenario del «Bata» representando obras de estos autores. Con ellas se renovó un tanto la atmósfera teatral de la villa, bastante viciada con la reiteración de los dramones románticos que se vinieron representado hasta entonces. De esto encargáronse las compañías de Carmen Nieto, Carlota Pla, Miguel Ibáñez, Julio del Cerro, Pepe Angeles, Encarna Cubells y tantas otras.


Pronto, sin embargo, sobrevino lo que algunos escépticos habían pronosticado: la«Bombonera» no sería rentable... Los socios fundadores, efectivamente, no pudieron sostener los gastos que el local ocasionaba y decidieron venderlo. El comprador fue don Alejandro Llorca -veraneante a la sazón-, quien lo cedió en arriendo al señor Benlloch. Más tarde, don Pablo Vives adquirió el local; y en manos de este último propietario el «Batá» dejó de existir.
El señor Benlloch -un experto del espectáculo- enfiló con la «Bombonera» una carrera hacia el éxito comercial.
El cine por episodios fue generalmente su principal valedor, dando las funciones teatrales los domingos por la noche. La afición del público casi nunca defraudó a empresario y actores. Bien es verdad que la «tía Paqueta», esposa del señor Benlloch, encargábase de asegurar el éxito económico de la velada propagando, sin conocerla ni remotamente, las excelencias de la obra anunciada. Era una auténtica «relaciones públicas»... AI tiempo que realizaba su compra diaria en el mercado, iba repartiendo entre las muieres los programas de mano y recomendando con énfasis:
-Xiquetes: el diumenge no se la pergau.
 ¡Es «papa»bona!
-Pero ¿farán pessa, tía Paqueta?
-¡Clar que sí, dona! No faltaría mes...
Alternando con las compañías profesionales, los cuadros de aficionados locales prodigaban también sus actuaciones. Estos meritísimos actores -obreros industriales. Empleados y hasta campesinos- ponían todo su entusiasmo en rivalizar con los conjuntos de Ia capital. Y a fe que lo conseguían. Los más viejos del lugar aún recuerdan a don Germán Montaner, un agricultor inteligente y culto, que admiraba al público por su perfecta dicción y  la sobriedad de su gesto. Y a Raimundo García, el galán actor fogoso y grandilocuente. Y a José Molina. el característico a la vez dramático y jocoso. Y a Llavata, Badenes, Cañizares, Mir... La primera actriz era traída siempre de  Valencia. Como característica figuró Dolores Fabado. Esta actriz es la única superviviente de aquella época de oro del teatro en Paterna.
En la «Bombonera» comenzó sus grandes éxitos quien más ha hecho por la escena en este pueblo: Germán Montaner, hijo. Este actor -premio de declamación del Conservatorio-, siendo muy joven, logró reunir bajo su dirección a los componentes del cuadro que dirigió su padre.
Con el se reveló una primera dama joven que llegó a ser excelente profesional en las compañías de Pepe Alba y de José lsbert: Palmira Fabra. Otro notable galán incorporado al cuadro de Montaner fue Manuel Peris, y otra actriz, Amparo Esteve.
Aficionados y profesionales sentianse a gusto sobre el  escenario del «Batan». Este transmitía una acústica perfecta. En principio se montó -y así continuaría siempre con dos únicos decorados: «la casa rica» y «la casa pobre». Cuando determinadas obras lo exigían. traíanse decorados de la capital. Aquellos dos únicos decorados fueron pintados por un escenógrafo aficionado: el brigada de Artillería señor Soler.
Pero lo que daba un mayor encanto a la sala, ya por si misma encantadora, era el bellísimo telón de boca.
Representaba una luminosa panorámica del pueblo tomada desde la huerta. En ella destacaban los tres «símbolos» arquitectónicos que Paterna ostenta desde siempre: el palacio. el campanario y, en lo más alto. Desmochada y corroída por los siglos, la torre. Diríase que estos símbolos habían sido tratados por el artista con amoroso mimo y depositados luego sobre el amplio regazo del caserío blanco.
Antes de la representación y durante los entreactos, el público recreábase contemplando desde las butacas la fidedigna vista de la villa. Se reconocían la casa de Fulano, el chalet de don Mengano o. a falta de más detalles. el «teulat» de Zutano. Y así, podía uno reconstruir con la imaginación casi todo el casco urbano y hasta la vida local misma discurriendo en él...


EL CAMPAMENTO Y SUS VERANEANTES


Comenzando por la derecha, en la panorámica aparecía el límite oriental de la población delineado por la llamada«paret Ilarga». Esta era una larguísima tapia de mampostería que cercaba un huerto grandísimo. A su arrimo iniciábase el camino de Campanar. Frente a la misma, un terreno cubierto de algarrobos ponía durante la noche tenebrosidades y temores. Bien sabían las doncellas que no era aquél un lugar apropiado para pasearlo tras la puesta del sol. No obstante, un guasón rebautizó la tapia con un sobrenombre cínico: «El muro de los suspiros...».
El sabría por qué. El muro, el algarrobal y el huerto desaparecieron hace mucho tiempo. y con ellos, la oscuridad y el temor de las mozas. Toda aquella zona es hoy una extensa barriada habitada por empleados y obreros, en la que se destaca el colegio de La Salle.
A partir del mencionado huerto empezaba la colonia veraniega. Eran las viviendas de recreo levantadas por gentes acomodadas de la ciudad desde el final del pasado siglo. Aún no existían, claro es, los Torremolinos, los Marbella ni los Benidorm. No se conocía, por supuesto, la moda de los apartamentos, ni las costas mediterráneas se denominaban con esos calificativos tan pomposos y poéticos con que hoy se las distingue. Ni existía tampoco la facilidad de los transportes actuales... Entonces se veraneaba llana y campechanamente en Rocafort y en Masarrochos, en Burjasot y en Godella, en Torrente y en Paterna. Y los medios de comunicación eran la tartana y el «trenet».






La de aquí fue una colonia bienquista de la población. Sus componentes amaron a Paterna, asimilando sus costumbres y sus fiestas. Se les veía viajando en el tren mezclados con los trabajadores y conversando, a veces, con ellos. Ofrecían a éstos la misma familiaridad que recibían. Durante la estación veraniega llenaban de animación Ia zona residencial del Campamento. Organizaban verbenas, tómbolas benéficas, bailes... Más de un chalet tenía su piano, porque más de una hija de familia o la madre sabían tocarlo. Los vecinos que en las noches calurosas paseaban por las inmediaciones, deteníanse gozosos a escuchar fragmentos de zarzuela o de ópera que las chicas interpretaban al piano y alguna voz varonil cantaba. Cuando no, eran las declamaciones de una obra teatral en ensayo. Porque en todos los fines de temporada aquella   juventud ciudadana daba en “el Batan” su función de despedida. El recinto de la «Bombonera» guarda los éxitos de estos actores improvisados, entre cuyas interpretaciones cabe destacar «La Señorita Primavera» y «Militares y Paisanos».
En las mañanas domingueras los veraneantes, confundidos con las gentes del barrio, asistían a la misa de campaña que se oficiaba en Ia explanada de los pabellones militares. Los hombres llegaban con el traje blanco y sombrero de paja; las señoras, con vestidos ligeros, ‘protegiéndose del sol con la clásica sombrilla. Los jóvenes iban en grupos hablando de sus cosas, mientras las sirvientas caminaban a la zaga portando el catrecillo para el acomodo de las señoras...
La capilla alzábase en una rotonda de obra al comienzo de la explanada. Era de madera y de traza circular, presentando una ligera semejanza con un quisco japonés. Concluida la misa, la gente se agrupaba entonces para escuchar el breve concierto que la banda militar ofrecía. Al fin, todos iniciaban el regreso a sus casas. Lentamente, en amigable paseo. Y eran frecuentes los coloquios entre los veraneantes y los vecinos del barrio.
Pero el barrio se quedaba triste y un tanto desamparado cuando al finalizar septiembre se marchaban los veraneantes. Aparte de los ingresos que aquéllos dejaban en tiendas y bares durante su permanencia, era también algo así como una segunda naturaleza que se desgajara de la vida del vecindario y que éste acusaba, quedando sumido en la rutina de su exiguo quehacer diario hasta la próxima primavera, en que los veraneantes tornaban por los días de Pascua. EI invierno entonces asemejaba más invierno. El paseo de la Reina Regente y las calles adyacentes cubríanse de tinieblas, de silencios y de miedos infantiles durante las noches. Languidecían los árboles, se desnudaban sus copas y el viento, vehículo funerario de las hojas muertas- silbaba feroz entre los ramajes arrancando ecos plañideros a las mansiones cerradas y oscuras como misterios...


LA TRANSMUTACIÓN


Transcurrieron los años. Arribaron conmociones político-sociales que concluyeron en guerra. Con todo ello desaparecieron los veraneantes. Quizás sus nietos sean hoy ocupantes también de esos apartamentos de los Torremolinos, los Benidorm y los Marbella.
La bellísima zona verde que fue orgullo y ornato de la villa dejó de existir. En ella se alzan altas construcciones sin estilo artístico, sin huertos, sin jardines; pero son alojamiento: de familias trabajadoras, muchas de las cuales llegaron de otras tierras en busca de trabajo y bienestar.
Ya todo ha cambiado, sí: la fisonomía urbana, el ambiente; las gentes, las costumbres, los gustos. Al antiguo paseo de la Reina Regente lo están transformando en calle. Pero ya no tiene tinieblas durante las noches invernales: una iluminación perfecta lo hace transitable ahora.
Ni se escuchan en él durante las veladas veraniegas aquellas romanzas zarzueleras, antañonas y románticas. Oyense, por las tardes, los alegres parloteos de los colegiales la algazara de sus juegos. Y óyense también los mesurados coloquios de grupos de ancianos que se cuentan su vida, con sus trabajos, sus penas y sus alegrías.
Paterna se nos ha hecho diversa y su población más densa. Esta ha crecido con el arribo de los inmigrantes, a quienes la villa acogió con beneplácito. No hay que lamentar el hecho. La inmigración es un fenómeno a escala nacional e internacional. Todas las grandes urbes del globo la admitieron y la admiten. Es asimismo un fenómeno histórico. Hay que añadir que algunas de las grandes empresas fueron iniciadas por gentes de fuera. Sin mirar más lejos, cierto porcentaje del comercio valenciano fue creado por inmigrantes. Pero ¿quién se para ya en esto? ¿Quien podrá escatimar esta verdad histórica? Hoy sabemos que el comercio valenciano, todo él, es valenciano. Como el trabajo de Paterna que realizamos todos, es paternero.
La historia del mundo, como su progreso, es obra de los hombres. De todos los hombres, no de unos pocos.
El desarrollo que Ia villa está experimentando no escapa a este imperativo; y así, es obra también del esfuerzo general. Hay que perseverar en este esfuerzo. Pero sin malicias, sin recelos, sin exclusivismos, sin egoísmos personales... ¡y sin etiquetas ideológicas! Porque lo que en verdad está necesitando este pueblo es un ideal único y unánime: el de su grandeza y su bienestar. Pero el logro de este fin loable no se alcanzará sino con una gran fuerza de voluntad ciudadana, aparte del honesto amor al pueblo.
Cuéntese que había en la India antigua un joven que anhelaba saber, pero ignoraba como conseguir la sabiduría. Un día, el joven tuvo ocasión de escuchar a un sabio instructor que predicaba las enseñanzas de los Vedas y, admirado de su elocuencia, se le acercó para preguntarle:
-Maestro: ¿qué podría yo hacer para llegar a ser sabio como tú?
El maestro le miró fijamente y respondió:
-Sígueme.
En silencio llegaron ambos hasta la orilla del Ganges.
El sabio invitó al joven a sumergirse con él en las aguas del rió bajo del agua hasta hacerle sentir los primeros síntomas de la asfixia y, liberándole luego, dijo:
-Cuando estuviste a punto de ahogarte, ¿qué cosa deseaste más?
A lo que respondió el joven, respirando entrecortadamente:
-¡Aire! Respirar, salvarme...
-Bien. Pues sólo cuando anheles poseer la sabiduría con la misma voluntad con que deseaste salvarte, entonces... estarás en camino de conseguirla.
Este epilogo podrá parecer exagerado. Sin embargo, lo creo altamente ilustrativo. Una gran voluntad de comprensión es menester para lograr el vínculo fraternal que trueque el ánimo individual en colectivo. Y estrechamente unidos los autóctonos con los que aquí llegaron, comenzar la labor común en pro de la grandeza y del bienestar del pueblo. Aquellos, acogiendo a éstos con cariño; éstos, integrándose con entusiasmo. Finalmente, dejando aparte mucho de nuestro «yo» egoísta, decir como el ilustre clásico en momentos de íntima renuncia:
«Un nuevo corazón, un hombre nuevo, ha menester, Señor, el alma mía».

Y donde dice «el alma mía», debe entenderse, también, el alma de Paterna.

Julio Nuñez Navarro, 1979.