jueves, 11 de diciembre de 2014

DÍAS DE PALACIO.

Todos habremos oído mil y una leyenda de cuando en el Palacio y en las noches de agosto se lanzaban "coets i femelletes", entre los vecinos y se disfrutaba de unas alegres noches de pólvora. Hace poco y en una visita a Paterna la ex Secretaria Autonomica Vasca, Gotzone Mora, que fue trasladada a Valencia por amenazas de ETA, en un discurso en Paterna, decía,   "...envidio de la sociedad valenciana, y a mas inri la paternera, que compartís todo lo que tenéis, la cena, la bebida, enseguida os juntáis a comer y beber juntos los vecinos en la calle, y lo mas importante utilizáis la pólvora para su disfrute y no para la violencia.", creo que refleja en sus palabras el pensamiento de los paterneros en aquellas noches de pólvora de agosto.

Aquí os dejo este escrito recordando aquellas jornadas de fiesta con gente maravillosa.




                                                                DÍAS DE PALACIO.

Cuando hoy en día, nos llegan todas, las nuevas normas de lanzamiento y trato de la pólvora, sus medidas de seguridad y toda la parafernalia que la rodea, que no seremos nosotros los que juzguemos su necesidad o no, pero si que miramos al tiempo pasado y recordamos con añoranza aquellos días de cohetes en el Palacio.


Mis vivencias se remontan a finales de los 70 y principios de los 80, cuando llegaban las fiestas de agosto, o llamadas Fiestas en honor al Santísimo Cristo de la Fe y San Vicente Ferrer, a finales del mes de agosto, en aquellas fiestas se celebraban conciertos de gente famosa, que traían los clavarios del año correspondiente, habían desfiles de moros y cristianos, juntos, pero no revueltos, cabalgata súper participativa y estaban los actos religiosos, con la impresionante procesión del día del Cristo, posterior a haberse celebrado nuestra tradicional Cordà.


De fuego y vecinos vamos a hablar, intentare que la emoción y el ímpetu no atropellen las letras y pueda explicarlo claro a los neófitos en el tema de las noches en el palau.


Era típico que después de una buena cena de verano, osea en una comparsa, en casa de amigos o a la fresca, con buena tortillas de patatas, embotidet de ca Concheta, uns caragolets enganyaets y vi i llimona, de la fuente del jarro, claro. Los hombres, entonces se marchaban al palacio de Paterna, digamos sobre la medianoche, allí mucha juventud estaba sentada en las escaleras del palau, entre bromas y risas de la juventud, muchos veteranos tiradores de la población, se iban concentrando en las puertas del Bar Palacio, donde Salvador Pellicer, serbia helados en cucurucho y cervezas frescas, la cosa empezaba a calentarse.


Vicent “el Blayo”, Vicent Barbeta “El Xoto”, Gerardo “Rio”, J. M. Ten, Varona, los Capone, Enrique Mortes, Miguelo “escarabat”, els germans Bosco, y muchos más que no recuerdo sus nombres, empezaban a lanzar coets, coetons i femelletes, desde los cuatro costados de la plaza, algunos lanzaban desde la fachada de la fábrica de Galletas Rio, otros en la esquina de la discoteca Flowers, donde se aparcaban muchos coches, en donde en sus maleteros, era el arsenal móvil donde resguardaban la pólvora.


Con una chaqueta militar y un gorret, para ir guapo, era toda la indumentaria necesaria, se trataba más que nada, de ver como el coete, lo soltaban y observar su dibujo natural de pólvora, no se solían lanzar muchos a la vez, era más frecuente, el lanzamiento individual, para observar su trayectoria.


Habían verdaderos maestros en el lanzamiento de la femelleta, conseguían dibujar en el negro cielo, destellos fantásticos de pólvora. Muchos eran los padres que enseñaban a sus hijos en edad de aprender, a estarse quietos ante el coete, importante, nunca se deben de correr, pues siguen la estela del movimiento, como había que cogerlos y lanzarlos y aprender a mirarlos con admiración, de lo realizado.


Los jóvenes que estaban sentados en las escaleras del palacio y eran muchos, disfrutaban corriendo cuando una bien lanzada, se arremolinaba entre las piernas y hacia las delicias de ellos, con amplias carcajadas y ímpetus de canto de “otra, otra, otra.”. Recuerdo un año, que a la coeteria de Arnal, (buen paternero, que vivía en el parque del G. Teatro), le robaron por la noche, amigos del pirotécnico negociaron con los “cacos” y consiguieron que devolvieron en gran parte el botín, a cambio lanzaron esa noche más fuego que nunca en el palacio, hasta unos lanzamientos poco recomendables, de Carcasas por el suelo.




Era típico que después de una buena cena de verano, osea en una comparsa, en casa de amigos o a la fresca, con buena tortillas de patatas, embotidet de ca Concheta, uns caragolets enganyaets y vi i llimona, de la fuente del jarro, claro. Los hombres, entonces se marchaban al palacio de Paterna, digamos sobre la medianoche, allí mucha juventud estaba sentada en las escaleras del palau, entre bromas y risas de la juventud, muchos veteranos tiradores de la población, se iban concentrando en las puertas del Bar Palacio, donde Salvador Pellicer, serbia helados en cucurucho y cervezas frescas, la cosa empezaba a calentarse.


Vicent “el Blayo”, Vicent Barbeta “El Xoto”, Gerardo “Rio”, J. M. Ten, Varona, los Capone, Enrique Mortes, Miguelo “escarabat”, els germans Bosco, y muchos más que no recuerdo sus nombres, empezaban a lanzar coets, coetons i femelletes, desde los cuatro costados de la plaza, algunos lanzaban desde la fachada de la fábrica de Galletas Rio, otros en la esquina de la discoteca Flowers, donde se aparcaban muchos coches, en donde en sus maleteros, era el arsenal móvil donde resguardaban la pólvora.


Con una chaqueta militar y un gorret, para ir guapo, era toda la indumentaria necesaria, se trataba más que nada, de ver como el coete, lo soltaban y observar su dibujo natural de pólvora, no se solían lanzar muchos a la vez, era más frecuente, el lanzamiento individual, para observar su trayectoria




Una de las cosas que mas sorprendían a todo el mundo era la educación y el respeto con el que se lanzaban los artilugios de pólvora, sin ninguna maldad y siempre para su disfrute, una de las razones que acreditan esto, era, cuando el espectáculo nocturno que se celebraba en el colegio Villar Palasi, sobre las dos de la mañana, y las familias que subían de disfrutarlo subían por la calle del castillo para su paso por el palacio, corría la voz desde la esquina de la calle de “Alto, que viene la gente del Villar Palasi”, y el palacio y sus tiradores, se quedaba en silencio total, y se bajaban los brazos automáticamente, nadie se atrevía a lanzar ni el más pequeño petardo, entonces se aprovechaba para hacerse un buen refresco en el fabuloso bar palacio de Salvador, una vez pasada la gente, se volvía a lanzar con ingenio y buen ambiente.
Eran unas noches fabulosas, que poco a poco se fueron acortando y se eliminaron, por el cambio de las leyes y las prohibiciones, algo inimaginable cuando se empezó a dictar la norma, a los policías antidisturbios que llegaron de Valencia “la 26”, se les contestaba con coetes y aquello acabo en violencia, y tuvimos que amoldarnos a las nuevas normas.


Hoy en día parece una locura, el lanzar coetes en las calles, es posible que lo sea, pero entonces era una costumbre rica en amistad y enseñanza, hasta después del día de la comida familiar del día del Cristo se lanzaban coetes a mediodía en la calle y entre los vecinos, pero bueno fueron tiempos buenos y muy, muy paterneros.

                                                                                                                             Paternateca, 2014.

1 comentario:

  1. Me ha encantado leerlo.... Soy hija de uno de los Boscos....jajaja

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